TARZAN EN MEXICO. NUMERO 1. COLECCION JORGE GARD

Tarzan en México


Presentamos a continuación un adelanto en exclusiva para esta página del capítulo 16 de "Viejos Amigos", la disección cronológica de las cabeceras mexicanas que en los años 50 y 60 contribuyeron al "boom" del comic book en castellano que está escribiendo mi amigo Jorge Gard, de Montevideo, Uruguay, afincado en Barcelona, autor del libro "Comics de cine". El capítulo íntegro está dedicado a Tarzan y en él podremos leer un repaso por la esencia del personaje en novela, cine, prensa y comic con detalles de aventuras poco conocidas a no ser que se haya coleccionado y leído ejemplares de la producción Mexicana EMSA, SEA y finalmente Novaro. En este capítulo se analiza el mito de Tarzan y se recogen datos sobre la producción de "comic books" mexicanos de las mencionadas editoriales hasta el año 1963. Las ilustraciones son todas de las mencionadas editoriales y cuando son de la colección de Jorge Gard se especifica en el crédito de la imagen.


16. ¡Kreeg-ah! ... Tarmangani Gomangani Sord ... ¡Tarzán lu!.

Cuando 1951 se acaba, las cabeceras que hemos ido hojeando pintan de mil colores las fachadas de los quioscos. Los comic books, ya no extendidos pero si apilados, comienzan a ocupar los rincones donde se acumulan los tesoros infantiles.

Cualquiera de la cuatro últimas cabeceras comentadas podía haber quedado para este capítulo final del año, ya que todas son de diciembre, pero hemos querido cerrar con broche de oro, y hemos reservado la quinta aparición del mes para este momento. Es una cabecera, cuyo titular se merece el honor de ejercer de maestro de la ceremonia de clausura.

Estamos hablando nada menos que de Tarzán. Su presencia en los medios de comunicación de masas se ha mantenido infaltablemente durante décadas y décadas. Nuevas aventuras le han sido imaginadas y artistas de todo el mundo le han dibujado sin cesar. Sus comic books se imprimen en todas las lenguas. Los resultados, lógicamente, van del blanco más blanco al negro más negro, pero sea como sea, desde su nacimiento se ha convertido en uno de los más grandes mitos que ha recorrido el imaginario aventurero del siglo XX.

“Tarzan” se titula la nueva revista, pero los hispanos le conocemos por Tarzán. Como con tilde suena mejor, me otorgo la licencia de escribirlo conforme a las reglas ortográficas de nuestra lengua, por más que me refiera en casos a la cabecera. Es un nuevo lanzamiento de EMSA, con el cual ya van tres. Ya sabemos que en enero del 54, las publicaciones de EMSA las continuaráSEA, y al globo terráqueo le sustituiráel banderín como emblema. En Tarzán eso ocurre en el número 26, y cuando concluya la primera parte de nuestra historia, y el sello Novaro sustituya a los de SEA y ER, habrállegado al 145.

Las raíces literarias del personaje son muy profundas. Yendo directamente a su concreción, ésta ocurre en octubre de 1912 en que All Story Magazine, que ya había publicado algún relato de ciencia ficción del mismo autor, difunde por entregas, las primeras aventuras del hombre mono. Edgar Rice Burroughs, el autor, es un maestro de la diversión. A pesar de su recargado estilo, su desbordante imaginación liberada de exactitudes sin importancia, creó varios universos de ficción. Tarzán fue sin duda su creación cumbre, pero también es reconocido como uno de los precursores de la ciencia ficción por sus novelas de aventuras en la Luna, Venus, Barsoom (131) y Pellucidar (132).

(131). Marte.
(132). Mundo perdido en el “centro de la Tierra”.

Tarzán de los monos, la novela inaugural apareció en formato libro en 1914. Decenas de novelas de Burroughs le siguieron, aunque del personaje se pueden encontrar bastantes más. Todo y que el autor, que en este caso demuestra olfato comercial, registra la marca Tarzán en 1913, abundarán las novelas apócrifas y una legión de “tarzánidos”, algunos de los cuales iremos conociendo en nuestro recorrido por el comic book mexicano, aparecerán instalados en los medios de comunicación de masas de los cinco continentes. En los primeros años 30 encontramos hasta 40 novelas de Tarzán publicadas por la editorial argentina J. C. Rovira. ¿Cuántas son de Burroughs?. En realidad, tampoco es que tenga demasiada importancia. Por entonces el autor ya caminaba al paso que le marcaba el hombre mono.

La historia del héroe comienza en un barco, a bordo del cual Lord Greystoke y su esposa Alice viajaban por África. Un motín a bordo acaba con los aristócratas abandonados a su suerte en regiones inhóspitas. El diario de John Clayton, que así se llamaba el noble inglés, narra el alumbramiento de Alice y su posterior muerte durante el ataque de una manada de gorilas, para interrumpirse con la suya propia a manos de los grandes simios.

Kala, una de las hembras del grupo cuya cría había muerto recientemente, compensa la frustración que padece su instinto maternal, protegiendo al “mono blanco” que encuentra llorando en la cuna. Kala alimenta a Tarzán como si fuera su propia cría. Viejos mitos y leyendas reviven en las páginas de Burroughs y se encarnan en Tarzán. Mowgli es apenas una reseña de más antiguas historias de niños criados por lobos, leones, leopardos y otras fieras en la India o en la Europa de siglos pasados, o del comienzo de nuestra era. Rómulo y Remo vienen rápidamente a la memoria como paradigma inspirador.

Así, Tarzán va creciendo entre los grandes monos. Movido por la curiosidad y estimulado por su aguda inteligencia, aprende a leer y escribir en los libros que había dejado su padre. Las frecuentes visitas a la cabaña, que tras la tragedia que allí se desencadenó su nuevo grupo familiar no se atreve a pisar, le permiten hacerse también con su primera arma, el cuchillo que equilibraráfuerzas con los más poderosos gorilas del grupo. Tras matar con su colmillo de acero a Kerchak, el gran macho, jefe de la manada, Tarzán se convierte en el “rey de los monos” primero y en “rey de la selva” después.

No obstante, su odio por las armas será manifiesto. Adquirirá gran destreza y puntería en el manejo del rifle, pero las armas de fuego que los intrusos blancos suelen utilizar para abatir a las fieras de su reino le provocan un profundo desprecio. Sin embargo el cuchillo le acompañarásiempre, y también recurrirácon harta frecuencia al arco y las flechas. Una flecha acaba con la vida de su madre adoptiva y tras la venganza, arco y flechas del nativo que la mató constituyen el primer trofeo de caza de Tarzán.

Aún así en general Tarzán sólo mata si es necesario y con frecuencia lo hace con sus poderosas manos. Recuperando nuevamente viejos mitos, cual leones de Nemea, las fieras caen exánimes a sus pies.

TARZAN N.30 DE SEA Tarzán es un soberano magnánimo. Bajo su protección hombres y fieras pueden vivir seguros y en paz, pero quien violenta las leyes de la naturaleza o las que impone el propio Tarzán sufrirá sus iras. Todos los pobladores de su verde imperio, sean humanos o de otras especies animales, están sometidos a su ley y a su justicia. Tarzán es policía, fiscal, jurado, juez y verdugo, en el inmenso territorio de un África sin fronteras. Las civilizaciones perdidas y las tribus nativas que ocupan las vastas extensiones africanas donde Tarzán es amo y señor, aceptan el abolengo. Ya sabemos que el hombre blanco, aunque se vista con taparrabos, blanco se queda. Siendo además, británico y de sangre azul, es casi ley de la naturaleza. El poder, que Tarzán administra con moderación pero con firmeza, le concede el status de semidiós.

Los enemigos del rey de la selva son los dictadores sin escrúpulos, los usurpadores ambiciosos y los malvados hechiceros que utilizan el arte del engaño para medrar en sus tribus. Los blancos codiciosos que invaden sus tierras buscando tesoros, los crueles cazadores de fieras en busca de ejemplares para el comercio, o de marfil con que enriquecerse aunque para ello tengan que dar cuenta de nobles fieras. Los traficantes de esclavos que incursionan salvajemente en el territorio para secuestrar y vender sus pobladores. El “sheriff” de la selva los perseguirá sin descanso hasta desbaratar sus planes.

Volverá a la civilización, arrastrado por la irresistible atracción de la que será su compañera, sin que por ello su virilidad deje de ser cuestionada. Algunos interpretan que el pie apoyado sobre la víctima inerte y a continuación el grito que estremece le selva es el orgasmo sublimado de un “Apolo” de sexualidad no muy definida. Un héroe casto, que prefiere soportar la tortura o jugarse la vida a una carta en pruebas de fuerza y valor a las que le someten vengativas reinas despechadas, antes que ceder a sus encantos. Las largas ausencias del hogar y la desaparición de su compañera en muchas novelas, también han sido interpretadas en ese sentido.

Un Tarzán refinado, que habla inglés y francés, además de la lengua de las fieras, compatibilizará como el nuevo Lord Greystoke, la Cámara de los Lores con sus tareas de la selva. Un trabajo este último que acabará ejerciendo a plena dedicación, puesto que le resultará mucho más gratificante la vida en contacto con la naturaleza, alejada de las vilezas y ruindades del mundo civilizado.

En África, Tarzán se desplaza por el aire, de liana en liana con la agilidad, rasgo de familia, de los pequeños simios. Viaja a lomos de caballos, elefantes, leones, búfalos, avestruces, águilas y cisnes negros gigantes, pterodáctilos y triceratops. No hay animal salvaje que no esté dispuesto a prestar su ayuda al rey de la selva o a someterse a su jerarquía. Tampoco se corta a la hora de pilotar un jeep, un aeroplano, un avión o un helicóptero y no podemos olvidar sus viajes en canoa o sus marathonianas carreras a pie.

Además, Tarzán no está solo. Si la circunstancia lo requiere, tendrá a su disposición ejércitos de gorilas, leones o elefantes. También acudirán en su ayuda si hace falta unos incondicionales aliados, los valientes guerreros waziris.

Cine y cómic apoderándose de las novelas de Burroughs, han moldeado el héroe que comenzamos describiendo conforme a las novelas pero que andando párrafos, ha ido adquiriendo una personalidad que trasciende la propia obra literaria. En el imaginario colectivo y en el mío propio, el mito escapa de los medios que lo sustentan y adquiere una coherencia por encima de las diferentes y con frecuencia incompatibles interpretaciones.

TARZAN N.26 DE SEA Tras las primeras novelas vino el cine. Todas las dificultades que al comienzo encontró Edgar Rice Burroughs para publicar sus novelas y elevar a su semidesnudo héroe a las cumbres del éxito, desaparecieron en cuanto éste asomó a las pantallas. A partir de allí todo fue cuesta abajo. El año en que Gordon Griffith y Elmo Lincoln compartían el honor de ser los primeros “tarzanes” de la pantalla grande (133), aparecía la quinta novela. Griffith encarnó a Tarzán en su juventud y Lincoln como adulto.

La imagen de Tarzán en el cine mudo, dista algo de la que conoceremos más adelante. La vincha que lucía Elmo Lincoln en las tres cintas en que le interpretó, y que solo volvimos a ver diez años después en dos películas de Frank Merrill (134), no se volveráa ver hasta 1984, en la frente de Christopher Lambert (135).

A excepción de Perce Dempsey Tabler (136), y hasta la llegada de Johnny Weissmuller, el Tarzán por antonomasia, nadie había utilizado el clásico taparrabos que ha quedado establecido como uniforme del rey de la selva. Una gran piel, sujeta con un tirante sobre el hombro, cubre ampliamente a esos primigenios hombres mono.

(133). Tarzan of the Apes. 1918. National Film Corp. Dtor.: Scott Sidney.
(134). Tarzan the Mighty. 1928. Universal. Dir.: Ray Taylor y Jack Nelson.
Tarzan the Tiger. 1929. Universal. Dtor.: Henry McRae.
(135). The legend of Tarzan, Lord of the Apes (Greystoke) . 1984. Dtor.: Hugh Hudson.
(136). The Son of Tarzan. 1920. National Film Corp. Dir.: Harry Revier y Arthur J. Flaven

El triunfante grito de Tarzán que el cine sonoro inmortalizó en la voz de Weissmuller, ya había resonado en la jungla de Frank Merrill, cuya segunda película del hombre mono, había tenido una nueva versión en 1930, a la que se incorporaba el sonido.

Con el cine sonoro llega la “era” Weissmuller. Tras ocho películas mudas, cuando Johnny Weissmuller irrumpe en la escena (137), a Tarzán ya le habían interpretado un buen número de actores. Elmo Lincoln, Gene Pollar, Dempsey Tabler, James H. Pierce y Frank Merrill en el cine, y Roberto Adair en Broadway. Evidentemente las dotes artísticas no habian sido las credenciales más adecuadas para el “casting” cinematográfico. La buena planta y aptitudes físicas eran valores más apreciados y así continuaría siendo. El mismo año en que la radio serializaba las aventuras de Tarzán, de la mano del deporte le llegó la oportunidad a Weissmuller. Su interminable lista de récords de natación y sus títulos olímpicos, además de su figura atlética, le abrieron de par en par las puertas del cine.

Entre la primera y segunda película de Weissmuller, se vió otro Tarzán que merece una mención especial, Larry “Buster” Crabbe. Otro campeón olímpico de natación, como Weissmuller, que acababa de dar vida en la pantalla a otro tarzánido (138), y del que volveremos a hablar más adelante, pues llegó a convertirse en protagonista de sus propios cómics y a interpretar en el cine a grandes héroes de la viñeta como Flash Gordon y Thunda (139), otro rey de la selva. Su película de Tarzán (140) tuvo gran acogida e hizo temer a la Metro por la suerte de su propio hombre mono, pero la carrera artística de Crabbe siguió por otros derroteros. Se convertiría en una de las grandes estrellas de los westerns de bajo presupuesto, que poblarían de mitos los pueblos del lejano oeste e inspirarían buena parte de los comic books que están por llegar.

(137). Tarzan the Ape Man. 1932. M.G.M. Dtor.: W. S. Van Dyke.
(138). King of the Jungle. 1933. Paramount. Dir.:H. Bruce Humberstone y Fax Marcin. Con Buster Crabbe (Kaspa).
(139). King of the Congo. 1952. Columbia. Dir.: Spencer G. Bennet y Wallace Grissel. Serial en 15 episodios.
(140). Tarzan the Fearless. 1933. Principal. Dtor.: Robert Hill.

Volviendo a Weissmuller, doce películas entre 1932 y 1948, seis para la M.G.M. y seis para RKO Pictures además de otorgarle un nuevo récord, el de ser quien más veces ha interpretado al hombre mono, le significaron ser considerado como el Tarzán por excelencia. Un rey de la selva alejado del refinado aristócrata que Burroughs había descrito y cuya jerga de frases entrecortadas los niños imitábamos en nuestros juegos. Sin duda Weissmuller fue el principal forjador de la imagen colectiva que de Tarzán ha quedado, sobrepasando la propuesta de Burroughs.

Además de Buster Crabbe, Herman Brix y Glenn Morris habían ido apareciendo en las carteleras como tarzanes de la competencia, algo que no consiguió afectar la trayectoria del Tarzán de la Metro. Solo el abandono del personaje por un ya excedido en peso Weissmuller, dio paso a nuevos actores con posibilidad de establecerse en el olimpo de los más recordados.

TARZAN N.53 DE SEA Lex Barker y Gordon Scott, siguieron la estela de Weissmuller. Corpulentos, atléticos, inexpresivos y lampiños, sus musculosos torsos sometidos a la depilación por los brujos waziris, continuaron entusiasmando a los espectadores. Lex Barker cogió el relevo para la R.K.O. y protagonizó cinco films entre 1948 y 1953 antes de entregar la posta a Gordon Scott. Cuando se estrenaban los últimos films de Barker, nosotros ya disfrutábamos del comic book que nos ha traído hasta aquí.

Mientras cinemascope y tecnicolor fueron ajenos a Tarzán, su África no pasó del entorno californiano, como muy lejos alcanzó las selvas de Guatemala o el mexicano Acapulco. Kenya y el Congo por fin, son el escenario donde el Tarzán del cine, en la figura de Gordon Scott (141), pisara África por primera vez. Tal circunstancia no debe asombrarnos, ya que por algo a Hollywood se le ha bautizado como la “fábrica de los sueños”, y por otra parte el propio Burroughs jamás pisó el continente negro, y por supuesto ni la luna, Marte, Venus o el centro de la Tierra.

(141). Tarzan and the Lost Safari. 1956. M.G.M. Dtor.: Bruce Humberstone.

Johnny Weissmuller, Lex Barker y Gordon Scott, integran el trío de tarzanes más “mediáticos” y por tanto aquellos cuya imagen superpuesta o intercambiable, es la que ha quedado fijada en el imaginario colectivo de la criatura de Burroughs. Aún Balci Tamer y Denny Miller compondrían unos tarzanes más o menos convincentes durante el reinado de Scott, pero sin conseguir la primacía. Jock Mahoney, acabando esta etapa, intentó suceder a Scott con dos films igualmente mediocres, en el primero de los cuales cambia de selva (142).

Llegados a 1963, debemos retroceder por más que aún queda Tarzán para rato. La televisión no podrá ignorarle, pero eso pertenece a una segunda parte en que el declive del mito se irá acentuando. Sucede que mientras la voracidad del séptimo arte se hacía patente, el noveno también andaba caminos. La viñeta tardó algo más que el cine en hacerse con Tarzán, pero una vez capturado, ya no le dejó marchar.

Fue en plena depresión americana, cuando Dashiell Hammett publicaba su Cosecha Roja y las calles estaban llenas de desocupados, las empresas quebraban de un día para otro, muchas fortunas se desvanecían y la gente lisa y llana necesitaba atisbos de esperanza, cuando Tarzán asomó a los periódicos. En enero de 1929, cuando el cómic comenzaba a recorrer con asiduidad el camino de la aventura, en propuestas exóticas y aventureras, diecisiete años después que apareciera el Tarzán literario y once desde que Elmo Lincoln lo remedara en el cine, la prensa comenzaría a publicar a razón de cinco viñetas diarias, la adaptación de la primera novela dibujada por Harold Foster con los textos a pie de imagen, tras el rechazo de Allen St. John (143) de realizarla y de Hearsth de publicarla.

Las primeras viñetas de Foster, al menos en la versión que conocemos, mostraban a un Tarzán desnudo pero carente de atributos masculinos. La mojigatería supina erradica toda sexualidad sea del signo que sea. El entorno libre y exuberante y el vigor físico del héroe, propicios a las efusiones sexuales, solo se percibirá en las bellas amazonas o las exóticas reinas a las que Tarzán rechazará continuamente. Tarzán solo fue promiscuo en las mentes de algunos censores, que le taparon o vetaron no solo en su país de origen, no me refiero a África claro, sino también en la vieja Europa. La homosexualidad o zoofilia casi natural en un hombre mono, que le han sido atribuídas, no aparecen explicitadas en Burroughs ni en sus dibujantes, y no lo serán hasta décadas después en que proliferarán parodias y sátiras, de todo signo.

(142). Tarzan goes to India. 1962. M.G.M. Dtor.: John Guillermin.
(143) Allen St. John fue el ilustrador preferido por Burroughs. Realizó las portadas de las primeras novelas de Tarzán. Fred J. Arting, Roy Krenkel, Reed Crandall y Virgil Finlay tambén ilustraron novelas del hombre mono.

Rex Maxon continuó las entregas diarias siguiendo guiones de George Carlin primero y Don Garden después. En marzo del 31, siempre renuente a la utilización del “globo”, pero introduciendo el texto dentro de la viñeta, asumió también las planchas dominicales desde su inauguración. La ausencia de globos, fue seña de identidad de las historietas de Tarzán durante décadas. Maxon apenas se mantuvo tres meses al frente de las “sundays” con guiones de William Laas, que permanecerá en su tarea tras la marcha del dibujante. Las marionetas que dibujaba, no gustaban a nadie, a pesar de lo cual hizo valer su contrato para continuar con las “dailys”.

Entonces, Tarzán vuelve a un Foster que aún no está en su plenitud pero que representa un paso adelante en el nivel artístico. Es ahora Foster, quien releva a Maxon en las dominicales, donde se mantendrá hasta comienzos del 37 en que le abandonará a la búsqueda de la que será su obra cumbre, El Príncipe Valiente.

Las dominicales de setiembre del 32 nos muestran a un hombre mono vestido de verano. Foster había sustituído la gruesa piel de leopardo que cubría buena parte del pecho de Tarzán sujeta en el hombro, por un ajustado bañador. La misma piel de leopardo que le cubría largamente, será la materia prima de la nueva prenda del hombre fiera. Ese mismo año, Weissmuller estrenaba taparrabos, aunque de una piel que podemos suponer de vacuno cornilargo, aunque aparente antílope.

La silla de Foster, la ocupa a continuación el más grande ilustrador de Tarzán, Burne Hogarth. Hasta 1950 en que abandona los cómics, estará al frente de las dominicales con guiones de Don Garden y suyos propios, con alguna excepción como el breve intervalo del 45 al 47, en que Ruben Moreira (Rubimor) le sustituyó. También tuvieron su oportunidad Wiliam Juhré, Dan Barry, Bob Lubbers, John Celardo, Russ Manning, Gil Kane y Mike Grell.

Hogarth irá evolucionando junto con la saga hasta alcanzar la cumbre del dinamismo y la tensión, con anatomías humanas y animales expuestas esplendorosamente en un escenario pleno de simbología. El onirismo de Burroughs encontró en Hogarth un intérprete personal y enriquecedor. Así como el Tarzán del cine está definitivamente asociado a Weissmuller, el del cómic lo está a Hogarth.

Entretanto las tiras diarias se suceden. Un relevo tras otro, la lista se alarga. Hogarth, Dan Barry, John Lethi, Paul Reinman, Nick Cardy, Bob Lubbers, John Celardo, Dick van Buren, Russ Manning .... Guiones como los de Dick Van Buren, Bill Elliot (William LaVarre) y otros, han ido haciendo del hombre mono un ente autónomo, cuya experiencia vital va más allá de las ensoñaciones que plasmó su inventor. La lista de autores que han dibujado al rey de la selva es interminable y sobrepasa los límites temporales que nos hemos marcado.

TARZAN DELL. EDICIONES COMPARADAS    TARZAN SEA EDICIONES COMPARADAS. COLECCION JORGE GARD

Pero del comic book casi no hemos hablado. Tras un trío de gruesas reimpresiones con tapa dura y en paralelo con algún texto ilustrado (144), Tip Top Comics (United Features Synd.), comienza desde su primer número de abril del 36, a incluír material de prensa. Seguidamente Comics on Parade (United Features Synd.), Popular Comics (Dell), Crackjack Funnies (Dell), Large Feature Comics Serie I (Dell), Single Series (United Features Synd.), Sparkler Comics (United Features Synd.) y Jeep Comics (R.B.Leffingwell & Co.), habían continuado adaptando al particular formato del comic book, las viñetas de Maxon, Foster y Hogarth ya difundidas por la prensa.

(144). Como las seis páginas de Juanita Bennet, aparecidas en 1938 en Famous Feature Stories (Dell).

En febrero de 1947, Four Color Comics (Dell) incorpora al hombre mono a la legión de personajes que desfilan por la cabecera. Lo hace en su número 134, con la novedad de que la aventura publicada es la primera realizada expresamente para el comic book. Jesse Mace Marsh es el artista encargado de dibujarle en portada e interior. Repetirá seis meses después en el número 161, antes de que Tarzán se independice, en enero del año siguiente y aparezca en su propio comic book.

Jesse Marsh, con guiones de Gaylord Dubois, se encarga de dibujar las historietas y también las primeras siete portadas. Las cinco siguientes serán obra de Gollub. Algunas de estas portadas las encontraremos en blanco y negro en las páginas del Tarzán mexicano, como “Lámina para iluminar”. En nuestra tierna infancia jamás se nos ocurrió preferirlas a colores y en portada. Poco habríamos ganado y de todos modos aún no teníamos edad para pensar y mucho menos opinar al respecto.

A partir de la treceava portada, de enero del 50, los comic books Dell de Tarzán ganan en brillantez. Un Lex Barker que llevaba ya dos películas en su haber, es el reclamo. Excelentes fotografías en color frecuentemente complementadas con fondos dibujados, alimentan el mito desde las portadas. El actor, blanco y negro en el cine, en las revistas de historietas con su piel dorada y sus músculos esteroideos pero armónicos a todo color, daba a Tarzán una imagen imponente.

La primera portada mexicana, coincide con el número veintiuno de la norteamericana, pero todavía se rescatará alguna anterior para nuestro acervo castellano antes de encadenar una correlación de números relativamente estable. Por otra parte ya desde el primer número se enriquece nuestro conocimiento de idiomas con las primeras expresiones del diccionario chimpancé-español. A continuación las entregas de este interesante diccionario son sustituídas por el Diccionario de la Selva , cuya utilidad abarca ámbitos menos reducidos. Así aprendemos que zu zugor zu-kut en el lenguaje de la selva es un gran rugido en la cueva, o que el título del presente capítulo es una severa advertencia acerca de la ferocidad de Tarzán para con los hombres malos, sean blancos o negros.

Este nuevo léxico, forma parte de las novelas, las historietas y también las páginas de relleno que en contraportadas o interiores nos van permitiendo conocer el reino de Tarzán. Tituladas El Mundo de la Selva o El Mundo de la Jungla o La Vida en la Jungla o El Mundo de Tarzán, nos brindan conocimientos de la flora, la fauna, los pueblos que lo habitan y sus costumbres y además de enseñarnos a hablar como los monos, casi como Weissmuller, también nos acercan por entregas el Diccionario de la Selva. Así sabemos antes de verlo en las viñetas, que en el África profunda está La Tierra Perdida de Pal-Ul-Don, llena de especies extinguidas y otras desconocidas, hombres primitivos y civilizaciones perdidas. A veces a página entera, a veces a media página, a veces en colores, otras “para iluminar”, estas páginas continuarán apareciendo hasta el final de esta etapa, aunque sin título en los últimos tiempos.

El grafismo de March, caracteriza la primera etapa de la cabecera. Utilizando la técnica del claro oscuro e instalado inconmoviblemente en la realización de los comic books, nos brindó un Tarzán estereotipado, al que con el tiempo fue orientando hacia un naturalismo de baja intensidad. Sin hacer comparaciones, acabó acostumbrándonos al trazo de su particular Tarzán. Luego vendrían Rubimor, Sam Glazman, Don Spiegle, Russ Manning, Bob Lubbers, John Celardo, Al Williamson, Joe Kubert, junto a un sinfín de anónimos con más voluntad que oficio.

TARZAN SEA N.139    TARZAN SEA N.76

En la serie, las fieras disputan el protagonismo a Tarzán. Las viñetas son un desfile interminable de animales de todo tipo. Fantásticos todos, ya que incluso las especies más comunes, para adaptarse al guión, adoptan actitudes y costumbres nada creíbles.

En primer lugar están los animales y fieras con nombre propio. El simpático y miedoso Nikima (N’Kima) , bufón y mensajero del “rey” es fiel y leal siempre y cuando no peligre su pellejo, por más que nos sorprenda en algún caso. Es un simple mico, probablemente de la familia de los catarrinos, que el cine ha trocado en chimpancé, la famosa mona Chita (Cheeta) . Evidentemente las dotes histriónicas de Chita superaron con mucho las de otros candidatos para el rol, de especies menos evolucionadas. En el número dos mexicano vemos en el interior al pequeño Nikima sobre el hombro de Tarzán y en la portada a Lex Barker abrazando a su querida mona Chita.

Numa y Tantor, son dos incondicionales colaboradores de Tarzán. Sus nombres son genéricos y en el diccionario de la selva definen a sus respectivas especies. Sospechamos con todo, que quienes vienen a auxiliar al hombre mono son siempre el mismo león y el mismo elefante, dada la docilidad y sumisión con que siguen sus instrucciones.

Jad-Bal-Ja, el león dorado de la novena novela de Tarzán, también ridículamente llamado Jan-Ba-Lán en algunos ejemplares, es otro león cooperante. Y aún hay un tercero, Goliat, un león gigante gracias a las píldoras del Dr. Mervin que como veremos a continuación no actúan solo sobre leones. Argos, el águila sobre la que vuela Tarzán o Gorgo el búfalo, son ejemplo.

El tamaño es un recurso reiterado para la grandiosidad de la aventura. Así, los animales gigantescos proliferan por doquier. Los hay de tres tipos. En primer término los prehistóricos, cuyas descomunales dimensiones todos conocemos y que no se han visto afectadas por las decenas de millones de años de aislamiento en el corazón de África. Encontramos todo tipo de grandes reptiles, carnívoros o herbívoros, terrestres, aéreos o marítimos (tiranosaurios, alosaurios, brontosaurios, triceratops, pterodáctilos, ictiosaurios, plesiosaurios) aunque respondan frecuentemente por gartus, atlantosaurios, grifos, tipdars etc.. La confusión espacio-temporal es grandiosa. Los enormes dayales que en circunstancias monta Tarzán se asemejan espectacularmente a los diatrymas, aves norteamericanas del Eoceno inferior (146). Teledones, Osos Nandi y otras especies que sólo un verdadero experto se atrevería a clasificar, forman parte de esta isla en el tiempo.

(146) Familia.: Reidos

Luego están los gigantes “naturales”, como la raza de simios gigantes, gorilas de cinco metros, o los escorpiones gigantes o las descomunales arañas que protegen Arrak. Y por último, los “milagros de la ciencia”, que hoy serían duramente criticados. El Dr. Mervin (o Dr. Melvin) y su hija Yolanda, experimentando con drogas, provocan gigantismo en diversas especies. Así, ratas, águilas, grillos, nutrias y otros animalillos se convierten en peligrosos monstruos, capaces de aterrorizar al personal. También las miniaturas comparecen, para hacer más completa la fantástica galería de animales del mundo de Tarzán. Los antílopes enanos que montan los pigmeos blancos, o una raza de elefantes pigmeos entre tanto colosalismo ponen la nota, que pese a no ser discordante, rompe la homogeneidad.

Lo mismo ocurre con las extraordinarias razas “blancas”, como las de búfalos, cocodrilos, rinocerontes blancos como la leche, no como los conocidos de dos cuernos, o la de “copitos de nieve” (147) gigantes, a los que aludíamos un poco más arriba. En Tarzán, el factor hereditario que bloquea la formación de melanina, no parece residir en los genes recesivos sino en los dominantes. Habitualmente, cuando aparecen los ejemplares albinos, lo hacen en poblaciones enteras, a las que la citada característica no parece significarles una desventaja de adaptación.

(147) Copito de Nieve se llamó el único gorila albino conocido. Fue comprado por el primatólogo catalán Jordi Sabater Pi a un cazador de etnia fang en 1966 cuando tenía entre dos y tres años de edad. Vivió, sin duda mucho más de lo que lo hubiera hecho en libertad, en el zoo de Barcelona hasta su muerte en 2003. A pesar de los esfuerzos por conseguir descendientes en los que se reprodujera la anomalía, para frustración de los científicos, toda su prole es normal. No obstante muestras de semen congelado y un seguimiento de la descendencia, permiten mantener las esperanzas.

TARZAN SEA N.90. COLECCION JORGE GARD    TARZAN SEA N.142. COLECCION JORGE GARD

En resumen, una visión deforme pero atractiva de la naturaleza y los animales, en años en que los espectaculares documentales de la National Geographic, la BBC o los de Félix Rodríguez de la Fuente no nos habían llegado y el mundo aún tenía rincones por hollar. La fauna que mostraban las contraportadas en fotografías cedidas por el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York al principio y en dibujos bastante deformes después, no se limitaba al continente negro y contribuía, de acuerdo con los creadores de las viñetas, a elevar el mundo animal al nivel de co-protagonista de la epopeya.

El ámbito en que se desarrollan buena parte de las aventuras de Tarzán es un microcosmos fantástico, insertado en el África profunda. Se trata del “mundo perdido” de Pal-Ul-Don. Un ignoto territorio en frenética actividad volcánica, otro recurso reiterado, donde conviven antiguas civilizaciones perdidas, y hombres y animales primitivos o de razas desconocidas.

En lo alto de inaccesibles montañas, se hallan las ruinas de Opar. Sus cámaras secretas han guardado durante siglos una inmensa fortuna. Grandes riquezas de las que Tarzán puede disponer. Aunque en la selva no necesita dinero, el hombre mono les echará mano cuando el guión lo exija.

En Pal-Ul-Don, Tarzán tiene amigos y enemigos. Una ciudad llamada Aureas al comienzo, será luego Nueva Catne, una amurallada ciudad pseudoromana, protegida por leones y regida por Gedeón, cuyo hijo Jatón mantiene una gran amistad con el rey de la selva. Reconstruída tras la destrucción de la antigua Catne por un seísmo, está en pugna constante con Atné, la ciudad del Príncipe Ergón, protegida con elefantes. Tarzán reconciliará a los pueblos enemigos, estableciendo una paz más o menos duradera.

Otras dos ciudades amuralladas repiten el esquema. Alur “ciudad de luz”, a orillas del lago de Pal-Ul-Don y regida por Taden/Karen, otro buen amigo de Tarzán, está enfrentada a Jalur, la ciudad del rey Jador. Los tratados de paz que impulsa y apadrina Tarzán no son excesivamente estables, ya que los tronos tampoco son vitalicios. Castrum Mare/Urbe Nobilis y Castrum Sanguinarius/Urbe Sanguinaria, forman parte del cliché de emperadores, gladiadores y circo. Las de romanos estaban de moda.

El África misteriosa y profunda está llena de sorpresas. Magnus, la ciudad de la legión perdida ..., Tohr la ciudad del silencio ..., Yarlsgard la aldea de los gigantes vikingos de tres metros de altura ..., Lutor el pueblo del rey Loban que navega en botes cocodrilos y cuya Princesa Soma/Iloma no cesa de ser rescatada por Tarzán, la inaccesible Arrak donde la voluptuosa reina Matama se protege con arañas y acosa sexualmente a Tarzán. La tribu lacustre y pescadora de los hombres garza que vive en palafitos bajo el reinado del buen rey Kokar ..., los galugas con su rey Galu y la princesa Tiana/Perla Ana ..., el reino de Carmel, en el perdido valle de Leonesia donde viven los descendientes de un grupo de cruzados náufragos ..., los waz-o-dones u hombres gato ... Los pigmeos blancos del rey Niko, que habitan en las cercanías de las ruinas de Opar y utilizan minúsculos antílopes por cabalgadura y que cuentan con Tarzán como amigo y protector, o los pigmeos blancos del valle, o los pigmeos negros de Otar, que manda el rey Nikor.

Más de un dolor de cabeza provocan a Tarzán y sus amigos los Terribs, caníbales enfundados en pieles de cocodrilo que montan gorobars, unos saurios desconocidos para la ciencia, o los hombres leopardo, o los gigantescos Tor-O-Dones, llamados hombres-bestia, o los tuaregs esclavistas.

Entre tanto exotismo incluso para el África negra, encontramos grupos étnicos menos fantásticos como los propios tuaregs, o los bantúes, los escasos bosquimanos o los valientes guerreros waziris, siempre prestos a acudir en ayuda de Tarzán y cuyo rey Muviro es uno de sus más leales amigos. Como también lo es Buco, otro jefe de tribu, que acompaña a Tarzán en muchas de sus aventuras. Parece mentira, pero de todo este universo alucinante, el rey es el mono sin pelos, el hombre fiera, un blanco semidesnudo. Pero ya sabemos quienes somos los reyes de la humanidad.

Las aventuras de Tarzán transcurren habitualmente lejos de su cabaña en lo alto de los árboles, otra influencia cinematográfica, y de la que permanentemente Tarzán debe ausentarse para imponer el orden en su reino. Allí Jane espera que regrese hasta su nueva partida. Jane no fue un personaje de gran importancia en la saga de Burroughs, que la apartó de muchas de sus novelas. En el comic book va progresivamente ganando protagonismo, aunque nunca pasa de ser una actriz de reparto. Historietas propias le encontramos pocas, en un extraordinario, y en los ejemplares normales, poco más que Nikima, que también tiene alguna.

En el cine su presencia es algo más habitual y participativa, todo y que son muchas las películas en que no forma parte del guión. Entre las muchas actrices que en esta etapa interpretaron a Jane, Maureen O’Sullivan queda en el recuerdo como la auténtica compañera del Tarzán auténtico. Delante de Enid Markey, Karla Schramm, Louise Lorraine, Dorothy Dunbar, Brenda Joyce, Vanessa Brown, Virginia Huston, Dorothy Hart, Joyce MacKenzie, Eve Brent, o Joanna Barnes, sus seis films con Weismmuller la colocan en el primer puesto del ranking.

Jane Porter con sus rozagantes diecinueve años llegó un buen día, en compañía de su prometido el sobrino de Lord Greystoke y único heredero conocido, a la cabaña trágica en que el matrimonio Greystoke halló la muerte, enamorando salvajemente al hombre mono. De regreso a la civilización se reencuentra con Tarzán que había viajado a los EEUU tras su pista, pero debe rechazarle ya que su compromiso es firme. Sin embargo tras la muerte de William Clayton, el sobrino en cuestión, vuelve a África en busca de su hombre fiera, se casa con él y comen perdices, o sea son felices.

Tarzan y Boy es el título de historietas de complemento centradas en el aprendizaje de Boy, en las que Tarzán además de padre educador y protector, ejerce de instructor en los secretos de la selva. Boy, se titulan otras en que el joven hijo de Tarzán y su inseparable amigo Dombi, nieto de Muviro, demuestran que pese a su temprana edad son dos valientes y que serán grandes guerreros cuando el paso del tiempo lo permita. De todos modos, Boy y en ocasiones Dombi, suelen compartir aventuras en las historietas de Tarzán.

El nombre del hijo de Tarzán es otra concesión al séptimo arte, pese a que en su primera aparición (148), aún muda, quienes han tenido la dicha de ver el film y lo comentan lo hacen refiriéndose a Korak, vale decir llamándole por el nombre que escogió Burroughs. Sin embargo en la segunda película de Weissmuller (149), el asombrosamente paupérrimo lenguaje de Tarzán (150), bautiza a su hijo con el nombre común que deviene en propio. Boy será interpretado por Johnny Sheffield (151) en nueve de las películas de Weissmuller, con lo que su figura y el nombre estrenado por él quedarán ligados a la primera infancia del hijo de Tarzán. La única interpretación de Boy, en el ciclo de Lex Barker, que protagonizó Tommy Carlton, así como la de Rickie Sorenson con Gordon Scott, no quedan más que como anécdota. En el comic book, volverá a ser Korak, cuando ya crecido se enfrente a aventuras similares a las que hicieron famoso a su padre, y éstas se incluyan en la cabecera en números monográficos, cosa que no ocurrirá hasta que Tarzán luzca la marca Novaro.

(148). The Son of Tarzan. 1920. Nacional. Dir.: Harry Revier y Arthur J. Flaven. Con P. Dempsey Tabler como Tarzán. Gordon Griffith que había interpretado a Tarzán niño en el primer film del hombre mono, aquí lo hace con su hijo. En esta misma película Kamela Searles interpretó al Korak adolescente.
(149). Tarzan Finds a Son. T.E.: Tarzán y su hijo. 1939. MGM. Dtor.: Richard Thorpe. Al año siguiente de su estreno muere el corcel de uno de los mitos del viejo western de clase B. El caballo de Ken Maynard se llamaba Tarzán.
(150). En la literatura, hablaba correctamente inglés, francés, swahili y el idioma de los simios, además de entenderse con los animales, pero en los cómics se expresa en cuanto dialecto humano o animal se presente.
(151). El mismo actor encarnará a Bomba, el niño de la selva, como veremos en su momento.

En las viñetas de EMSA/SEA, la presencia de Boy es constante, ya sea en sus propias historietas o en las de Tarzán. La corta edad que representa en las viñetas, calculo que unos diez años, son motivo constante de preocupación para el hombre mono, a quien la protección de su hijo ocupa buena parte de sus energías. Hijo natural o adoptado, según creamos a Burroughs o a Hollywood, Boy se independizará de su padre como protagonista de cómic.

TARZAN SEA N.60    TARZAN SEA N.31

No podemos seguir adelante sin referirnos a tres buenos amigos de Tarzán, que hemos dejado relegados y que sería imperdonable dejarlos en el olvido. En primer lugar, el oficial de la marina francesa Paul D’Arnot, quién en la literatura llevó a Tarzán a París, le enseñó a hablar y escribir correctamente francés e inglés e investigó hasta demostrar su linaje y el derecho a ostentar el título de Lord Greystoke. En ocasiones llamado Pablo de Arnol en la versión de los comics mexicanos, mantiene su amistad con el rey de la selva y le visita en África. Su hijo, el Teniente Raúl D’Arnot, emplazado en un destacamento francés, suele recurrir a Tarzán en busca de ayuda cuando sus misiones son excesivamente complicadas para un simple militar o rebasan los límites de su competencia.

El tercero es un pequeño gran hombre. El doctor Alexander Cooper, Alejandro Macana para algún ocasional traductor con iniciativa, es un paleontólogo de abundante barba y largos mostachos, cuyo valor está en relación inversa a su tamaño. Bajito, de gafas, es un buen amigo de Tarzán, entregado a su profesión e incansablemente dispuesto a investigar las maravillas que Pal-Ul-Don le ofrece. Valiente y decidido, se gana la estima y el aprecio del rey de la selva y a menudo la arrastra a nuevas aventuras. Helicópteros, hidroaviones o avionetas son los medios de transporte con los que suele aparecer por los dominios del hombre mono y para salir del embrollo de turno, acostumbra aportar artilugios científicos o técnicos. Uno de los D’Arnot, no recordamos a ciencia cierta si padre o hijo, lo presentó a Tarzán estableciéndose de inmediato una relación de respeto y confianza mutuos.

Dos sagas ocupan sucesivamente las últimas páginas complementarias en los comic books de Tarzán. El conocido “continuará en el próximo número”, suele ser una ayuda para la fidelización del lector. La primera en aparecer es Dos contra la Selva (Two Against the Jungle) . Narra el periplo de dos jóvenes náufragos Cid y Rudy (Sid and Bucky) , que atraviesan África para volver a su casa. Tras unirse a Noé Abad, blanco adulto en similares circunstancias, alcanzan su objetivo, no sin antes vivir peligrosas aventuras. Las entregas de esta saga llegan hasta el número tres en que concluye. Por supuesto, son las tres últimas, ya que de momento las primeras no están. Los mexicanos pillaron a Tarzán y sus satélites en estado algo avanzado de publicación.

Sin embargo los seguidores fieles de la cabecera consiguieron conocer el comienzo de la historia. Casi diez años más tarde, en mayo del 61, el comienzo de la historia sorprende a quienes seguían mes a mes las andanzas de Dan-El y Natongo, de las que hablaremos a continuación, y que se ven momentáneamente desplazados por la goleta a la deriva con que comienza la aventura de Cid y Rudy. Sin cadencia alguna, irán apareciendo los episodios que faltaban. Por esos años ya se encuentran reediciones de historietas e incluso portadas en la cabecera, así como saltos en la publicación de los sucesivos capítulos de los seriados. Todo muy de acuerdo con los criterios de edición mexicanos.

A la conclusión de Dos contra la Selva, comienza en el número cuatro La Hermandad de la Lanza (Brothers of the Spear) , una larguísima epopeya que narra en su primera parte la doble odisea de Dan-El y Natongo. Dan-El es un joven guerrero blanco criado como hijo propio durante dieciséis años por Lugongo, rey de una tribu de etnia zulú y padre de Natongo. Dan-El y Natongo, se convierten en hermanos de sangre mediante el rito preceptivo y comparten una amistad inquebrantable y una habilidad suprema en el manejo de la lanza.

Una llave de oro que le dejara su padre a Dan-El, una marca de nacimiento y un plano en un trozo de piel de antílope, ponen a los dos guerreros en camino, a la busca del país del hermano adoptivo. Los peligros y aventuras que deben afrontar en la travesía hasta más allá de las montañas nevadas, ponen a prueba a los dos protagonistas cuya hermandad a pesar del diferente color de sus pieles, es cuando menos novedosa.

Cuando Dan-El y Natongo llegan a la “Ciudad de los Reyes”, en el país de los aba-zulús, encuentran al pueblo sometido y aterrorizado por Nagopa, un intrigante brujo y Han-Ool el obeso tirano usurpador. Pronto sabe Dan-El que es el legítmo heredero del trono y con la ayuda de Natongo y un grupo de oficiales fieles a su difunto padre, entre los que destaca el valiente Kongoni, desalojan del trono a Han-Ool. Capturados Nagopa y Han-Ool, parece que la aventura llega a su fin a pesar de estar en los prolegómenos. Los malvados conspiradores escapan y secuestran a Tavane, hija del fiel Kongoni, y a quien los hermanos de la lanza rescatan.

Tras morir Han-Ool a causa de las intrigas de Nagopa, Dan-El y Natongo caen en una trampa cuando iban en su persecución. Atrapados en el cráter de un volcán no pueden impedir que Nagopa intente entronizar al regordete retoño de Han-Ool. Tavane resiste valientemente, asegurando al pueblo que el legítimo rey vive. Así comienza la segunda odisea de los hermanos de sangre, en su afán por regresar al hogar. Capturados y vendidos como esclavos, se ven alejados de su punto de destino. Un regreso plagado de aventuras les aguarda.

Llegarán a su destino a lomos de Nieve y Jatima las mulas blancas que les acompañarán por el resto de la saga, y reconquistarán el trono. Tras la primera parte y un interludio de tres números en el último trimestre del 56, la saga prosigue con el casamiento de Dan-El y Tavane y la separación de los hermanos. A consecuencia de un sueño en el que Lugongo pide ayuda su hijo, Natongo decide regresar a su pueblo. Ejemplar tras ejemplar, una y otra vez la noria da vueltas y Natongo vuelve a reencontrarse con Dan-El tras conocer, ayudar, enamorar y enamorarse de la reina Zulena, que pronto veremos sin grandes ceremonias, convertida en su esposa. El viejo Lugongo, cansado de esperar, se muere y le envía otro sueño a Natongo para que no se preocupe y siga involucrándose junto a su “hermano” en cuanto incidente sea capaz de imaginar del guionista. Muy afanados en grandes y pequeños conflictos se lo pasan los hermanos, hasta que el final de la etapa los encontramos juntos y unidos cogobernando Aba-zulú y preparados para continuar metidos en fregados durante mucho tiempo.

Creada en 1951 por Gaylord Du Bois en los guiones y Jesse March en los dibujos, la continuó Russ Manning en el número 18 de EMSA (39 de Dell). Con Manning colaboraron Mike Royer y también Bill Stout cuyo intento de trasladarla a los periódicos en forma de tira diaria, no tuvo gran éxito. Siguió apareciendo en los originales de Tarzán incluso después que Gold Key asumiera la cabecera. En Novaro continuó ocupando con cierta regularidad las páginas de complemento de Tarzán hasta bien avanzado 1967 para reaparecer luego esporádicamente con aventuras autoconclusivas o reimpresiones aisladas de capítulos ya publicados. En 1973 Dan-El y Natongo conseguirán ejemplares propios de La Hermandad de la Lanza, en la serie Domingos Alegres.

La dosis imprescindible de literatura, necesaria para conseguir tarifa económica, pero que no deja de tener su encanto, la pone Mabú, un pequeño zulú, hijo de Hamasai, hermano de la pequeña Simba y amigo de Kaino. Los diez años del protagonista, son idóneos para que el relato corto, en una o dos páginas, sea una muestra del etnocentrismo con que se trata a África, en todos los rincones de la revista. Mabú, un niño de la selva, también protagonizará historietas, pero eso aún no toca.

Los ejemplares de EMSA, a excepción de los números 5 al 13, eran de 48 páginas más las cuatro de portada y contraportada. Con SEA, ya tienen las 32 páginas preceptivas de la mayoría de los comic books mexicanos. La diferencia de dieciséis páginas existente entre algunos originales americanos y mexicanos de los primeros tiempos, hace que pese a mantenerse, con alguna excepción, la cronología de portadas e historietas, muchas de éstas se vayan quedando por el camino. Bonita tarea para los arqueólogos del cómic, identificar las aventuras que no han sido traducidas al castellano, que de una en una, alcanzarán un buen número.

En la primera mitad de los 50, el Tarzán que en cine y cómic dominaba era Lex Barker. Mientras su ciclo de películas estuvo vigente, sus fotografías ocuparon las portadas de la cabecera original y la mexicana. En SEA aparecieron hasta agosto del 54 (Nº 33), cuando hacía ya muchos meses que había estrenado el último film de la serie (152). Las fotos de Gordon Scott el sucesor, comenzaron a aparecer en octubre del 56 en el Nº 59, cuando se estrenaba la primera cinta de Tarzán en colores, la segunda de Scott. La primera ya llevaba un año en cartelera (153).

(152). Tarzan and the She-Devil. T.E.: Tarzán y la Mujer Diablo. 1953. RKO. Dtor.: Kurt Newmann.
(153). Tarzan’s Hidden Jungla. 1955. RKO. Dtor.: Harold Schuster.

Entretanto la cabecera mexicana había dejado espacio a los ilustradores, algunas de cuyas portadas calcadas sin sonrojo las volveremos a ver en ejemplares de otros tarzánidos de origen mexicano como Yamba o Thagor. También encontraremos una última olvidada y recuperada portada de Barker.

Con Gordon Scott instalado en las portadas mexicanas, Balci Tamer y Denny Miller intentaron fugazmente hacerse con el personaje en la pantalla grande. Tras el ciclo cinematográfico de Scott, terminado en 1960, Jock Mahoney aún lo intentó un par de veces antes de llegar a nuestro punto final, establecido en 1963. En la cabecera que comentamos, Scott se mantuvo en portada casi ininterrumpidamente hasta marzo del 60, para continuar apareciendo alternadamente con dibujos que le tenían por modelo. Otro Tarzán “de cine”, Ron Ely, aparecerá en las portadas, pero hasta finales de esa misma década no tendremos noticias de él. Entretanto las apariciones de Scott serán más esporádicas cada vez, hasta desaparecer.

NUMERO EXTRAORDINARIO DE EMSA 1953. COLECCION JORGE GARD Los extraordinarios como siempre presentan algunas historietas poco habituales. Ya hemos comentado la aparición de Jane como protagonista, pero también Tantor y Numa se hacen presentes en historias propias, al igual que los mandriles que lo hacen en más de una ocasión. EMSA en 1953 y SEA por seis veces entre 1954 y 1958, publican las siete ediciones extraordinarias de esta etapa.

En las portadas de estos ejemplares, de Tarzán no aparece más que la foto carnet de Lex Barker en el ángulo superior derecho de los tres primeros y en la ilustración del tercero. Exceptuando este último, los otros seis habían ido apareciendo en Tarzan’s Jungle Annual (Dell), y presentaban en sus portadas la lucha por la supervivencia. El leopardo enfrentado a vida o muerte con diferentes especies las ocupa casi todas y por partida doble en el primero en que luchan un ejemplar melánico y otro manchado. Sucesivamente un ñu, un gorila, una gacela y un rinoceronte son sus oponentes. En el segundo, de 1954, contraviniendo las costumbres de la especie en que la leona es la cazadora, un león ataca a una cebra. Titulados en castellano Anuario de la Selva o simplemente Número Extraordinario, son joyas que en un momento u otro pasaron por las manos de la mayoría de los aficionados al cómic. Las portadas de Tarzan’s Jungle Annual de 1958 y Tarzan’s Jungle World, así como las de los dos Tarzan King of the Jungle que publicó Dell Giant Comics, en edición mexicana sólo las encontramos en ejemplares normales.

Curiosamente cuando en casi todas las publicaciones desaparece en diciembre del 53, en Tarzán, el banderín SEA aparece conjuntamente con el sello de Novaro hasta febrero del 64, en su número 147. El año 63, finaliza en al 145 y con él una era de alto contenido nostálgico. Muchos coleccionistas fijan aquí el límite de su afán y nosotros el de nuestro primer impulso.

Poderoso mito el Tarzán del siglo XX, que todo hay que decirlo en el XXI anda, puesto que no lleva capa, de taparrabos caído, intentando ocultar sus vergüenzas que por otra parte ya conocemos todos. Es que los viejos rockeros hemos perdido algo de ingenuidad y los nuevos raperos, alucinados por la cultura de la imagen, son más difíciles de conmover. La televisión lo domesticó y los video juegos e internet han pasado arrolladores por encima de su impotente figura.

Sin embargo, cuando cerramos este libro, interrumpido en 1963, o en 1951 según se mire, quedan aún muchas viñetas por delante y mucho cine y televisión, en que el hombre mono intentará con éxito menguante, seguir en primera línea del espectáculo. En Uruguay, un Tarzán sepia desde la penúltima página del suplemento dominical de El Día, competía en desventaja con los comic books ya que dicho suplemento no era infantil ni de historietas. El cine ya era en tecnicolor, la televisión había conseguido introducirse en algunos hogares, Tarzán seguía luchando por la supervivencia, y nuestros padres también.

Quedan aún muchos intérpretes en papel o celuloide por mencionar. Ya veremos ... ... El siglo XX ha devorado sus propios mitos y muchos de ellos tienen hoy día los contornos mucho más difuminados que treinta o cuarenta años atrás. Tarzán es uno de ellos.



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